La saliva juega un papel importante en el mantenimiento de la salud de nuestra boca pues ayuda a construir y mantener en buen estado los tejidos blandos y duros. En reposo, sin estimulación, tenemos un flujo salival pequeño y continuo, una secreción presente en forma de una película que cubre, hidrata y lubrica esos tejidos orales.
Además, ayuda en la dilución de azúcares después de la ingesta de alimentos y bebidas, ayuda a limpiar las paredes bucales de bacterias e inhibe el crecimiento de las mismas, controla el PH de la placa, remineraliza el esmalte con calcio y fosfatos, y facilita la comida y el habla.
A medida que cumplimos años, uno de los cambios poco conocidos pero muy significativos en nuestro cuerpo es que la boca comienza a producir menos saliva, comenzamos a sufrir sequedad bucal o xerostomía. Y es algo a lo que hay que prestar una atención interesante.
Este cambio puede tener un serio impacto en nuestra salud dental, ya que la saliva es nuestra forma más básica de luchar contra contra las caries (y la halitosis).
Causas de la sequedad de boca
La disminución del flujo salival se debe a la hipofunción de las glándulas salivales y puede ser reversible. Además de por la edad, como hemos citado, el flujo puede disminuir debido a la ansiedad, a una infección aguda, a la deshidratación o los efectos de algunas drogas.
También existen algunas causas permanentes de este problema tales como anomalías congénitas, síndrome de Sjögren, VIH / SIDA y el resultado de la irradiación de cabeza y cuello.
¿Cómo combatir la sequedad de boca?
Lo primero y más básico es mantener una correcta hidratación de la boca, lo cual conseguiremos bebiendo pequeñas cantidades de agua durante todo el día; así ayudaremos a nuestra saliva a combatir las bacterias.
Cuando decimos agua es agua, y no otros líquidos, aunque ocasionalmente también se puede tomar leche, porque tiene un PH casi neutro y contiene calcio y fosfatos, que es de lo que están hechos nuestros dientes. Sin embargo, no es recomendable tomarlo de noche, ya que la leche contiene azúcares naturales que las bacterias pueden metabolizar (y por tanto, provocarnos caries si se estancan en los dientes por la noche).
En segundo lugar, debemos estimular la producción de saliva. ¿Y cómo podemos hacerlo? Muy sencillo: mascando chicle (u hojas de menta), o algún caramelo -sin azúcar, por supuesto-.
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